A la puerta están llamando, iremos corriendo a abrir. El Año Nuevo está llegando y, en esta ocasión más que nunca, lo vamos a recibir con grandes dosis de esperanza y energía, para continuar resolviendo todos los acontecimientos que están por llegar.
Tenemos que pasar página, lo pasado ya escrito está y no lo podemos borrar. Nos servirá como experiencia para poder avanzar; el camino es difícil, amigos, pero no imposible el caminar.
Buscando cómo deciros lo que siente mi corazón, anoche me puse a escribir. Noche negra de tinieblas, que me hace estremecer y enlazando sentimientos con el lápiz y el papel, pensando en vosotros, amigos, fueron pasando las horas y me sorprendió el amanecer.
Despacito y letra a letra, os fui contando la pena que me invade y me arrastra hacia el vacío, el desasosiego que no me deja vivir, la inquietud que me impide vislumbrar cómo encarar el futuro que me ha de llegar.
Siento un nudo en la garganta, siento la opresión en el pecho, cuando al cruzarnos por la calle nos miramos con recelo. Nos puede la desconfianza de esta noche tan negra, ya no nos vemos las caras, ya no utilizamos los besos, ya los abrazos se fueron. Todo se lo llevó la noche ¡y qué vacía me dejó el alma!
Despacito y letra a letra, comienzo a mirar con esperanza, pues aclarando ideas y disipando las dudas, empiezo a ser consciente de que la vida que teníamos, con el anochecer se fue y el nuevo año nos trajo otra forma diferente de demostrar el querer.
Quiéreme con la mirada, aprende a desnudar el alma.
No debemos desistir. Por oscura que sea la noche, siempre llega el amanecer, en el que todo se renueva, enseñándonos otras formas de demostrar el querer.
Caminando y paso a paso, dejaremos atrás la oscuridad… La luz que nos da esperanza, nunca nos ha de abandonar, será nuestra compañera hasta el final.
La mirada siempre pura, la mirada siempre franca.
Aunque el nuevo año imponga la distancia, vamos a seguir queriéndonos, nos basta la mirada, vamos a seguir queriéndonos, desnudando nuestra alma.