(Mientras suena la música, entran en escena, cogidas del brazo y cuchicheando, doña Angustias, con el rosario en la mano y doña Remedios. Se colocan en el espacio, haciendo alguna labor.)
(Las sigue Marta, apoyada en una muleta. Se coloca en el espacio un poco apartada de ellas.)
(Se acaba la música y entra Amapola, la maestra de costura, llena de vitalidad y vestida toda de rojo.)
Amapola: Buenos días, jovencitas.
Todas: Buenos días, Amapola.
Amapola: ¿Cómo estamos hoy? Espero que con muchas ganas de trabajar: nos han hecho un pedido especial.
Angustias: ¿Un pedido especial? ¡Vaya alegría!
Doña Remedios: ¡Caramba! ¿De qué se trata?
Amapola: Tenemos que hacer el traje de novia, nada más y nada menos, que para la (recalcando el nombre) Princesa del Monte de Venus.
Angustias: (Cogiendo el rosario) Primer misterio… La encarnación del hijo de Dios,… Maestra, ¿Matilde no ha llegado todavía?
Amapola: Pues parece ser que no. Llegará tarde y diciendo improperios como siempre… Como se vuelva a repetir, la voy a sancionar.
Doña Remedios: No sea usted tan estricta… Ya sabe que tiene muchos frentes abiertos.
Amapola: Sí, pero el trabajo es el trabajo y hay que cumplir con él, que luego, a fin de mes, bien que queréis cobrar.
(Mientras Amapola deja su carpeta y se quita la chaqueta, doña Remedios y Angustias cotillean entre ellas).
Angustias: ¡Es una negrera! Ni en los tiempos de la represión pasaban estas cosas…
Doña Remedios: (Con sorna) ¡Tan de rojo capote, no la pillaría un toro!
Angustias: Así me gusta, Doña remedios, usted siempre poniendo soluciones.
Doña Remedios: Hombre, claro… Haciendo honor a mi nombre.
Amapola: ¡Venga jovencitas! A trabajar, que si no os suspendo de empleo y sueldo.
Angustias: (Poniendo las manos para rezar) Ay, San Cayetano, patrón de los trabajadores… (Mirando a Amapola) ¡Pero si no hemos hecho nada!
Amapola: Pues por eso, precisamente por eso.
Doña Remedios: Mira que es explotadora… ¡A los leones con ella!
Angustias: (Mirando a Amapola, y levantando la mano) Yo necesito tomarme unos días de asuntos propios, que voy hacer el camino de Santiago.
Amapola: Ni propios, ni ajenos, ni Santiago, ni San Pablo… Aquí no tenemos de esas cosas. ¡A trabajar!.
Angustias: Voy hacer unas cuantas penitencias, a ver si cambia de opinión…
Doña Remedios: ¡No! El Miura, mejor que venga el Miura.
Matilde: (Llega muy aireada, trae una revista en la mano que arroja sobre la mesa) ¡Estoy harta! ¡Harta! Estoy hasta los mismísimos…
Todas: ¿Pero qué te pasa, Matilde?
Matilde: ¡Estoy indignadísima! Toda la vida fiel al cabestro de mi marido, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año… Y anoche, ¡me lo encontré en la cama con la vecina del quinto! Parece ser que bajó a pedir aliño para la ensalada y mi marido, que es muy servicial, no solo se lo dio, sino que también se la aliñó.
Todas: Vamos, mujer, tranquilízate…
Matilde: ¡Qué coño me voy a tranquilizar! (Llorando a moco tendido) Para más recochineo, esta mañana al venir del trabajo, veo en el quiosco del Señor Aurelio, en primera plana, que la Camila Parker Bowles pasó a pedir aliño para la ensalada al vecino del castillo de al lado…
Angustias: Vamos Matilde, a lo mejor fue una confusión… La Biblia dice “no desearás a la mujer de tu prójimo”… ¡Y vete a confesarte, que estás todo el día diciendo palabras malsonantes!
Matilde: Confusión sí, ¡la que yo tengo! Porque estoy harta de que todas esas mujeres de las revistas se acuesten hoy con uno y mañana con otro y yo… Yo solo he conocido “una”.
Todas: ¿Una qué?
Matilde: Pues qué va a ser… ¡Una bartola!
Todas: (Cada vez más intrigadas, vuelven a preguntarle)
Pero tú estás loca. ¿Una qué…?
Matilde: Sí, chicas: una bartola, una picha, una minga… Y no quiero morirme sin conocer otra.
Amapola: No entiendo porque estás tan ofuscada…
¡Menuda novedad que estás contando!
Eso que te pasa a ti, nos pasa a todas las que estamos aquí.
Marta: (Que estaba escuchando, se acerca uniéndose a la conversación)
¿Os habéis dado cuenta que algunas ya tenemos los ochenta cumplidos y las demás andan por los setenta y tantos y ya nos queda poco camino por recorrer? Tengo una idea: ¿por qué no vamos todas juntas a vivir una aventura sexual? ¡Vamos a ser infieles y probar otra bartola!
Matilde: Muy buena idea, Marta y a los maridos… ¡qué les follen!
Marta: Eso, eso.
Amapola: Mira la coja, siempre pensando “eso, eso”.
Marta. ¡Ay! Si tú supieras… De Pascuas a Ramos, hija… De Pascuas a Ramos.
Doña Remedios: ¡Ni hablar del peluquín, Marta! Yo no voy a ser capaz de hacer tal cosa y eso que solo de pensar en el zopenco que tengo en casa…
Marta: (Preguntando a Doña Remedios) Pero, ¿por qué? ¿Y tú qué tienes?
Doña Remedios: Yo, menos la regla, de todo.
Marta: No, digo que qué impedimentos tienes.
Doña Remedios: Mi cuerpo, Marta, mi cuerpo. (Enseñando los brazos) Que cuando despliego las alas, parezco un murciélago. Mira, mira…
Marta: Nada, nada, no pasa nada… Lo hacemos con la luz apagada y listo.
Amapola: Y yo tengo las tetas que parecen dos higos pasos.
Marta: Pues nada, nada, les decimos que nada de tocar, que entren a matar directamente.
Angustias: Y yo tengo incontinencia urinaria.
Marta: Tú lo que tienes es incontinencia mental… Tanto rezar te está volviendo tonta… ¡Menudo geriátrico! Así no vamos a ninguna parte.
Amapola: ¿Y si nos pillan con las manos en la…?
Quita, quita…
Angustias: Tenemos que conformarnos con lo que nos toca.
Marta: Estos ya ni tocan, ni mojan.
Doña Angustias: ¡Ay, Señor del gran poder! No, no puedo hacerlo… Segundo misterio.
Marta: Vamos, Doña Angustias…
Doña Angustias: No insistas. No lo haré, no puedo romper mi promesa de fidelidad: ardería eternamente en el infierno. No podría mirar más a la cara a mi Ernesto, me sonrojaría y no podría dormir por las noches de intranquilidad, pensando en la barbarie que había cometido… Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que yo sea infiel.
Marta: ¿Y si te gusta, Angustias? La aventura es la aventura…
Doña Angustias: ¿Cómo dices, Marta? Bueno, no sé… La verdad es que me lo voy a pensar… A lo mejor sí que tienes razón.
Marta: Razón y ganas, muchas ganas.
Matilde: Pues yo sí estoy de acuerdo. ¿Qué podemos perder? ¿La virginidad, acaso? Ja ja ja…
Marta: (Poniendo la palma de la mano para chocarla)
Venga chicas, pelillos a la mar… ¿Lo hacemos?
Todas: Sí, sí, lo hacemos y ¡que nos quiten lo bailao!
Doña Angustias: Bueno, pero yo rezaré el rosario antes y después de…
Matilde: Sí, hija, y en el intermedio también. ¡Qué ganas de tocar las bolas, doña Angustias!
Doña Angustias: Podrías hablar un poquito mejor.
Matilde: No me da la gana.
Doña Angustias: Te vas a quemar en el infierno.
Matilde: Eso ya no cuela, está pasado de moda… Y lo calentita que voy a estar, ¿qué?
Marta: Tendremos que buscar una buena disculpa para ir todas juntas a la ciudad.
Matilde: Podemos decir que vamos a un desfile de modas.
Amapola: Y, ¿por qué no unas jornadas gastronómicas?
Marta: Vamos Amapola, tú siempre pensando en comer… También podemos ir a buscar material para el taller.
Doña Remedios: Sí, sí, material… Ya lo tengo: diremos media verdad, que vamos a una sesión de relax y dejémosles pensando que se trata de un spa… ¿Todas de acuerdo?
Todas: Sí, sí, doña Remedios.
Matilde: ¿Y por cuánto nos va a salir el escarceo? ¿Y cómo lo vamos a sufragar? Porque mi marido es tan tacaño que me ha hecho prometerle que el día que se muera le entierre con todo su dinero. Le he dicho que sí, pero pienso meterle en el ataúd un cheque al portador ¡y que se arregle!
Doña Angustias: ¡Pues anda! Como el mío, que ve la Santa Misa por televisión y cuando pasan el cesto de las limosnas, cambia de canal.
Doña Remedios: Yo tengo apartado un poco de dinero para renovarle el vestuario a mi marido. Cogeré de ahí y que se joda… Que siempre está protestando.
Marta: Eso, eso.
Amapola: Podemos pedir un préstamo.
Matilde: ¡Mira qué lista la empresaria! ¿Y qué ponemos como concepto? (Contoneándose) ¿Que tenemos que pasar la I.T.V del edificio…? ¿O para cultura y esparcimiento? No te digo…
Amapola: También tenemos la tarjeta dorada, seguro que lo contempla…
Marta: Tú, sí que estás para que te contemplen… ¡Anda ya, Amapola! Y digo yo… ¿Por dónde empezamos a buscar y quién lo hace?
Amapola: A mí ni me miréis, se me da fatal.
Matilde: Yo tampoco tengo don de gentes.
Doña Angustias: Yo no sabría qué decir.
Doña Remedios: ¡Basta! ¡Ya está bien! Dejémonos de monsergas y de buscar disculpas tontas que no nos llevan a ningún lado. Yo lo haré, no creo que sea tan complicado…
Vamos a preguntarle a la inteligencia artificial.
Pasarme el móvil, que tengo instalada la aplicación.
Todas: ¡¿Cómo?! ¡Pero qué moderna! ¿Y eso qué es?
Doña Remedios: (Dándose pote) Pero chicas, mira que estáis atrasadas… Pues la inteligencia artificial es… es… Bueno, nada, una máquina que sabe mucho y tiene solución para todo.
Matilde: ¡Anda! Como usted, doña Remedios.
Doña Remedios: (Tecleando el móvil) Danos información sobre lugares donde poder ser infieles a nuestros maridos. ¡Hostias!
Amapola: ¿Qué ocurre, doña Remedios? Empieza usted a parecerse a Matilde…
Doña Remedios: ¡Que me dice que no puede cumplir esa solicitud! Será estrecha… ¡Esta es peor que doña Angustias! Seguro que estudiaron en el mismo colegio.
Todas: ¿No decías que tenía solución para todo…?
Doña Remedios: Bueno, para casi todo… Esperad, que el sistema me dice: “La recién llegada inteligencia artificial se ha apuntado a un curso acelerado sobre relaciones de pareja e infidelidades; en este momento se confiesa falta de datos para responder a esa pregunta. Inténtelo más tarde”.
Angustias: Yo tengo una vecina a la que podría preguntar, que es…
Todas: ¿Que es qué?.
Angustias: Bueno, eso que vosotras ya sabéis…
Matilde: ¡Pero mira que eres remilgada! Dilo claro, coño: puta, que es puta.
Angustias: Bueno, eso, un poco ramerilla…
Doña Remedios: ¡Déjate de vecinas! Un curso acelerado vamos a tener que darlo nosotras, que ya estamos un poco mayores para las nuevas tecnologías… Bueno, vayamos a Google, que es más de andar por casa… Ya está aquí. ¿Qué os parece esta? “Si quieres gozar, déjate tocar”.
Marta: No, no … Está demasiado claro.
Doña Remedios: ¿Y esta otra? “Si me dejas que me arrime, yo haré que…”
Amapola: Deja, deja.. ¡Qué vergüenza!
Doña Remedios: Pues anda que esta… “Tengo un pepino, un calabacín y una manguera para regar tu jardín”.
Angustias: Muy poético, pero sigue sin gustarnos.
Doña Remedios: Me estáis agotando la paciencia… Mira que sois escogidas, que solo es para echar una cana al aire… A ver qué opináis de esta: “Total discreción, platos combinados, póngase en contacto con nosotros y le mostraremos la carta con los menús, en los que se reflejan los servicios a contratar.
Solo tiene que decirnos qué número desea y se lo enviaremos a domicilio”.
Todas: ¡Ese, ese! Nos garantiza “total discreción”.
Doña Remedios: (Les va pasando el móvil) Tomad, mirad a ver por qué menú os sentís más seducidas.
Angustias: ¡Yo primero! Voy a pedir “huevos fritos con chorizo y mucho, mucho pan para mojar”.
Matilde: Joder con la puritana…Y eso que no quería.
Marta: (Mirando a Matilde) Eso, eso…
Amapola: Yo de primero “albondiguillas con ensalada de pepino” y de segundo….
Marta: ¡Pero Amapola!
Amapola: Es que tengo un apetito voraz…
Todas: Claro, como es viuda, la pobre…
Doña Remedios: Yo quiero el número cinco: “conejo relleno de sabrosas zanahorias”.
Marta: Y las almejas con espárragos… ¿Qué tal resultarán? ¿Y se puede añadir extra de ingredientes?
Doña Remedios: Y de postre, ¡que nos sorprendan! ¿Qué os parece?
Todas: ¡Bien!
Tras unos días de interminable espera, las modistillas trajinan por el taller, cada una con su quehacer. Suena el timbre. Con grandes dosis de prudencia, llega el reparto al taller.
Doña Remedios: (Le dice a sus compañeras) ¡Han llegado los menús… y también los camareros!.
Amapola: Madre mía… ¡Este servicio hay que ponerlo en el convenio! Y doblete, ¡que hagan doblete!
Angustias: Ay, San Nicolas, patrón de las ramerillas… Perdona nuestros pecados y, por un día, mira para otro lado.
Matilde: ¿Pero qué ven mis ojos? Por fin voy a probar otras espadas de fuego o flechas de pasión…
Marta: Pero qué fina te has vuelto, Matilde… Eso, eso, ¡por fin voy a saciar mi apetito!
Doña Remedios: Si, si pero despacito no nos vayamos a atragantar.
Angustias: Ay, ay, ay… ¡los huevos son camperos y el chorizo criollo!
Amapola: Ay, ay, ay…¡las albondiguillas!
Marta: Algo está vibrando…
Matilde: ¡Sí, sí y el conejo brincando!
Doña Remedios: ¡El postre! ¡Que traigan el postre!
(Se hace la luz y aparece en escena una mujer vestida con ropa de deporte, mallas, camiseta muy apretada y cinta en la cabeza. Viene haciendo footing y está empapada de sudor. Se sienta en un supuesto banco y en él encuentra un periódico).
Mujer deportista: ¡Anda! Alguien se ha dejado olvidado un mentiras… Solo dice dos verdades: la fecha y el precio. Vamos a ver que nos cuenta hoy… No te digo… ¡Ja ja ja…! La primera en la frente.
“Baja la luz y suben las pensiones”. Esto nos lo ponen en letras muy grandes y en letra más pequeña “Hidroeléctrica cambia sus oficinas a un local de planta baja y la Seguridad Social se traslada al último piso de un rascacielos de veinte plantas”. La verdad, sí que es una buena subida… Ja ja ja…
Mujer deportista: (Cambia de página) Veamos que más tenemos… “La princesa de Monte de Venus se casa y se separa todo en un mismo día. El marido alega que carecía de lo que presumía: el monte estaba desforestado”.
Mujer deportista: (Se va a la primera página) Madre mía, en primera página… “Extraño suceso sin resolver. Apenados esposos piden que se esclarezcan los hechos. Fallecen las integrantes del taller de costura “mujeres DeMentes”, todas ellas de edad avanzada. Se cree que fue por indigestión”.
(Todas estas noticias, también pueden ser dadas por una locutora de radio o televisión).
