Hasta hace bien poco decĂa que septiembre era un mes para nacer, para llegar a este mundo, para ver amanecer… Y por esos designios del destino que te sorprenden y golpean cuando menos te lo esperas, hoy tambiĂ©n puedo decir que septiembre es un mes para morir, para decirle adiĂłs a la vida igual que la noche al dĂa.
A quien tuviera el poder de concederme un deseo, yo sin dudar pedirĂa una escalera hasta el cielo y cada tres de septiembre yo por ella subirĂa y las dos abrazadas, sentaditas en una nube, soplarĂamos las velas pidiendo antes un deseo: poder volver atrás hasta aquellos años pasados en que la familia estaba intacta y, felices en armonĂa, disfrutábamos de ella.
Recados te llevarĂa de todos los que te aman, los cuales te dirĂan que no pasa un solo dĂa sin que se acuerden de ti, de aquella sonrisa tierna que el dĂa les alegraba.
No te preocupes, mi amor, tus hijos están creciendo sanos y sin problemas y aunque te echan mucho de menos, ellos saben que hay que seguir. Seguir siempre adelante sorteando tempestades, pues la vida muy pronto les enseñó que esta es una travesĂa Ă©pica, una danza perpetua entre la luz y la oscuridad. Ella me pide que te diga que tus pasos va siguiendo y lo grande que tĂş fuiste con orgullo y va por ti,ella lo superará,
Él me dice: Abuela, dile a mi mamá, que yo un experto piloto seré. Quiero volar muy alto, quiero surcar los cielos, porque cuánto más arriba esté, más cerca de ella me sentiré.
Y yo, ÂżquĂ© te puedo decir, mi amor? Que me alivie un poco este dolor, que el llanto y la alegrĂa juntos van de la mano; el llanto, por esa vida truncada cuanto más florecida estaba, por esos mensajes de Amor que todas las noches me enviabas, por todas aquellas veces que me decĂas abrázame fuerte, mami, que hoy necesito tu calor, por tantas cosas, mi amor, por tantas cosas… SĂ, todos los dĂas lloro, pero tambiĂ©n sonrĂo, porque como nos dijimos al despedirnos, siempre estaremos juntas: cuando leo tus libros, cuando escucho tu mĂşsica, cuando me pongo tu ropa (aquella camisa floreada que tanto nos gustaba a las dos)…
En las noches estrelladas, miro al cielo y te sonrĂo, cuando la mar está en calma, cuando el viento me susurra, cuando paseo bajo la lluvia, sonrĂo. SonrĂo, sĂ, sonrĂo, porque sĂ© que tĂş estás ahĂ y me impregno de ti y esa sensaciĂłn de tenerte es lo que me da fuerza para seguir adelante.
Felicidades, Bárbara, en tu 47 cumpleaños.