Mariano y Pepa vuelven a las andadas. Según va pasando el tiempo, se van conociendo más y afianzando lazos, pero también marcando diferencias, ya que sus ideas y juicios sobre cómo debería de ser su relación laboral son muy diferentes…
Nos despertamos como siempre de madrugada, en la que un radiante y osado sol nos anuncia un nuevo día aparentemente perfecto para iniciar nuestra jornada de trabajo, pero fieles a nuestra rutina discrepante lo hacemos peleones: él rebuznando La Internacional (cosa que no presagia nada bueno) y yo cascarrabias e inquisidora.
– ¡Arriba Mariano! Que en la casa en que se trabaja no falta grano ni paja.
– Tenemos que hablar, Pepa. No se puede dejar todo pa prao. El trabajador tiene unos derechos que el empresario tiene que respetar y cumplir. Yo, como secretario general del sindicato NBE (Ningún Burro Explotado), te comunico que, ya colmado el vaso de la paciencia por el trato recibido de “no te escucho y miro para otro lado”, he iniciado los trámites para convocar una huelga.
Sus palabras sonaron fuertes y tajantes y algo en su actitud resultaba inquietante… Intenté todo tipo de triquiñuelas y mañas para disuadirle de que la convocara. Hasta intenté sobornarle, acto que solo sirvió para enfurecerle más…
– Mira, Pepa, me ofreces un liderazgo, dinero y ostentación… Y yo te escucho y sonrió por dentro, pensando que eres muy ruin… Tú y los tuyos tenéis la sartén por el mango, poseéis el capital y ostentáis el poder. Nosotros somos la chusma y nos tenemos que joder con una misera paga para todo el largo mes.
Los principios no se compran, son la fuerza y el poder del que lucha por la causa en la que cree. Y eso nunca nos lo podréis quitar.
– Tú en el llombo sentada, bien segura y descansada, me dices lo que hay que hacer; si me expongo a un peligro, me dices que parte del juego es, que implícito va con la paga a fin de mes.
Tú, el as en la mano; yo, en la manga lo he de esconder.
Con el trabajador no se juega, ni con lo que le da de comer.
Pero, ay… ¡Qué grande es vuestro error al creer que todo lo podéis comprar!
No estoy a la venta, Pepa.
No gracias, no me interesa el poder.
– Bueno, bueno, Mariano no hace falta ponerse así, que la ira es mala consejera… Con un buen café para mí y una copina de anís para ti, lo mejor que podemos hacer es sentarnos a negociar y que salga el sol por Antromero.
– Por Antequera, Pepa, por Antequera… Tú, como siempre, barriendo pa casa. Bien, pues negociemos, pero antes te diré, echando mano de mis conocimientos, que varias son las hipótesis sobre el origen de este dicho y todas lo ubican en la Guerra de Granada. Según cuenta la leyenda, estando El Zagal (sultán Nazarí) reinando en la corte granadina y viendo que la guerra contra los cristianos estaba perdida, pidió coraje a sus soldados para que lucharan a la desesperada. El dicho expresa incertidumbre, pero también determinación para llevar a cabo cualquier acto.
– Ale, a disfrutar del café, Marquesa.
– Y tú del chinchón, Mariano y que salga el sol por Antromero y póngase por donde quiera.
