El spa

Un grupo de mujeres se reúne todas las semanas para hablar de sus cosas y realizar diversas actividades.

Matilde, como siempre, llega tarde y hoy lo hace muy airada. Trae una revista en la mano, que arroja sobre la mesa.

– Estoy harta – dice -. ¡Estoy harta!

Sus compañeras la miran intrigadas, preguntándole qué le pasa.

– Estoy harta de que todas esas mujeres de las revistas se acuesten hoy con uno y mañana con otro y yo… ¡Yo solo he conocido “una”!

– ¿Una qué?

– Pues qué va a ser… Una bartola.

– ¿Una qué? – vuelven a preguntar.

– Sí, chicas, una bartola, una picha, una minga… Y no quiero morirme sin conocer otra.

Isabel, extrañada por el repentino enfado, la increpa:

– No entiendo por qué estás tan ofuscada… ¡Pues menuda novedad que estás contando! Eso que te pasa a ti, nos pasa a todas las que estamos aquí.

Marta, que estaba escuchando, se acerca uniéndose a la conversación:

– ¿Os habéis dado cuenta que algunas ya tenemos los ochenta cumplidos y las demás andan por los setenta y tantos y ya nos queda poco camino por recorrer?Tengo una idea, ¿por qué no vamos todas juntas a vivir una aventura sexual? Vamos a ser infieles y probar otra bartola.

Deciden comentarlo a las demás compañeras, las cuales les exponen sus dudas… “Yo no voy a ser capaz”, decía una; otra alegaba que su religión no se lo permitía y que además había jurado fidelidad.

Belén, siempre tan decorosa, musita:

– ¿Y si nos pillan con las manos en la ….? Quita, quita…

Pero después de mucho dudar… pelillos a la mar: deciden hacerlo.

– Tendremos que buscar una buena disculpa para ir todas juntas a la ciudad. Podemos decir que vamos a un desfile de modas.

– ¿Y por qué no unas jornadas gastronómicas?

– Vamos Sagrario, tú siempre pensando en comer. También podemos ir a buscar material para nuestras actividades.

– Sí, sí, material… Ya lo tengo: diremos media verdad, que vamos a una sesión de relax y dejémosles pensando que se trata de un spa. ¿Todas de acuerdo?

– ¡Siiii! – gritaron al unísono.

– Bueno, pues ahora tenemos que decidir quién llama.

– Yo no, a mí se me da fatal…

– Yo tampoco tengo don de gentes.

– Pues yo no sabría qué decir…

Después de mucho discrepar, doña Remedios, les reprende.

– ¡Basta, ya está bien! Dejaos de monsergas y de buscar disculpas tontas que no nos llevan a ningún lado. Yo lo haré, no creo que sea tan complicado. Vamos a buscar en las páginas calientes … ¿Qué os parece esta? “Si quieres gozar, déjate tocar”.

– No, no… Está demasiado claro.

– ¿Y esta otra? “Si me dejas que me arrime, yo haré que…”

– Deja, deja… ¡Qué vergüenza!

– Pues anda que esta… “Tengo un pepino, un calabacín y una manguera para regar tu jardín”.

– Muy poético, pero sigue sin gustarnos.

Doña Remedios continúa mirando la página, ya un poco desesperada, cuando ve un anuncio que dice: “Total discreción, platos combinados. Póngase en contacto con nosotros y le mostraremos la carta con los menús en los que se reflejan los servicios a contratar. Solo tiene que decirnos qué número desea y se lo enviaremos a domicilio”.

– ¡Ese, ese! – gritaron todas-. Pone “total discreción”.

– Yo primero – dice Belén- voy a pedir huevos fritos con chorizo y mucho, mucho pan para mojar.

– Pues yo quiero el número cinco: conejo relleno de sabrosas zanahorias.

Invadidas por un apetito voraz, seguían haciendo su comanda…

– Y las almejas con espárragos, ¿qué tal resultarán? ¿Se puede añadir extra de ingredientes?

Tras unos días de interminable espera, con grandes dosis de prudencia, llega el reparto a la Asociación. Remedios, hecha un manojo de nervios, abre la puerta y a voz en grito, le dice a sus compañeras ¡Han llegado los menús… y también los camareros!

Nota de prensa : Apenados esposos piden que se esclarezca el extraño suceso sin resolver. Fallecen las componentes de la Asociación La Algarabía, todas ellas de edad avanzada. Se cree que fue por indigestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *