¿Por qué será que siempre tengo la sensación de que nunca se habla lo suficiente de “esas mujeres” cuyo nombre no quedó reflejado en ningún libro? Aurora, Josefa, Maruja, Antonia… y tantas y tantas otras que, pese a quien pese, hicieron historia, con la actitud decidida y el ingenio que desplegaron en todos los ámbitos de la sociedad.
¿Quizás porque durante toda su vida desarrollaron un trabajo no reconocido, un trabajo invisible?.
En esta ocasión, el lápiz y el papel danzan en perfecta armonía para Ella, para Ellas, que fueron el timón que marcaba el rumbo, llevándonos siempre a buen puerto y dejando una huella imborrable en nuestros corazones.
Una mañana temprano de algún año ya pasado, pisando segura y fuerte, el camino fui recorriendo, cogidita de la mano de una mujer soberana, sin patria, reino, ni dueño, sin nadie que le mandara.
Su casa, en ninguna parte y en todos lados.
Ella no entendía de razas, de lenguas o de religiones. Ella solo atendía a las razones que dicta el corazón de la gente buena y honesta, que vive y deja vivir sin pedir explicaciones, respetando tu sentir.
Tiempos de guerra y posguerra, a Ella le tocó vivir y, durante un largo trayecto de séquito y comitiva, el hambre, el dolor y la miseria fueron las maestras que le enseñaron cómo enfrentarse a la vida.
A golpe de martillo en fragua, a mí me quería formar, moldeándome firme y dura, por ver si así el dolor me podía evitar.
Siempre me fue guiando libre y sin ataduras. Por cada paso que ella daba, una hoja más del libro de la sabiduría yo pasaba.
Hace muchos años ya, que nuestros caminos se separaron.
Hace muchos años ya, que tú este mundo has dejado.
Hace muchos años ya, que yo sin ti me he quedado.
Cierro los ojos y viene a mi recuerdo tu guapa cara, tu pelo negro, tu tez morena y esa sonrisa escasa que de cuando en cuando me regalabas.
Cómo me gustaría que todo volviera a ser y que, durante un largo trayecto, yo te pudiera otra vez tener, para charlar contigo un rato de todo aquello que, antes, de tu actitud yo no entendía y con el paso del tiempo la vida me ayudó a comprender.
No me sueltes de la mano, que me da seguridad. Enséñame a ir por la vida, muéstrame tu verdad, tu eres madre y maestra, no me dejes de guiar…
Concha, Berta, Ana, Joaquina, Esperanza…